El quehacer de la juventud
Resumen
Se esboza el papel de la juventud tomando las palabras introductorias del maestro Próspero en su última lección a un auditorio de juventudes donde invocó a Ariel, símbolo de la inteligencia y los supremos valores del espíritu, a fin de que habitara en la conciencia de las nuevas generaciones, la simbología que recoge José Enrique Rodó en “Ariel”, como ejemplo en el alba del presente siglo, para orientar a la juventud americana ante la crisis que comenzaba a resquebrajar las bases culturales del nuevo continente. Se aborda la injusticia como uno de los síntomas de la crisis de nuestro tiempo superpuesta a la injusticia y el egoísmo aparece la violencia de las minorías o de las elites económicas y políticas contra las mayorías como una forma de estilo de la lucha entre las clases y los grupos sociales. Se comenta que el siglo XX ha sido un período histórico donde los años de paz han escaseado dos guerras mundiales que trajeron como consecuencia guerras particulares, guerras fratricidas, golpes de estado, dictaduras despóticas y arbitrarias, revoluciones, guerrillas, y antagonismo de clases y de grupos que conllevo a una crisis en la estructura económica: inflación, depresión y recesión con su secuela de desempleo, hambre, miseria, robo, muertes y conflictos sociales. Se analiza como en todas las épocas la juventud ha sido admirada a la sentencia reiterada de que "la juventud se impone'' revela la “juvenilizacion” general de la sociedad con la exhibición de pensamiento y actitudes de jóvenes. Se ofrecen las características de la juventud los mismos están dejando de ser idealistas han renunciado a emprender grandes proyectos, a proponerse grandes metas y a vivir sin utopías, es una "generación escéptica", que sólo se atiene a lo dado, a lo “positivo”, no se interesan por las tareas del pensamiento, por cultivar el ocio creador, hay poco interés por el saber, por conocer la esencia de las cosas. Se presentan los criterios de Francisco Romero quien infiere que la crisis es "nefasta", por ser una crisis de la voluntad y del esfuerzo, de la inteligencia y de la responsabilidad y José Ortega y Gasset por su parte considera que la crisis se debe a la falta de héroes capacitados para dirigir a la sociedad. Se necesitan nuevos hombres que sean capaces de descifrar los signos de nuestro tiempo, que impulsen a nuestra civilización a superar la crisis que la abate el hombre nuevo ha de aflorar del espíritu de la juventud. Se enumeran los rasgos de la nueva generación debe ser autentica para superar actitudes seniles, vencer el egoísmo, reprimir efectivamente los impulsos que tienen a la civilización ante el terrible dilema de ser o no ser, dedicarse con seriedad y responsabilidad al estudio, al ocio fecundo y creador, y a construir un mundo basado en los altos valores del espíritu.
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